martes, 12 de octubre de 2010

Tú haces la diferencia

haces la diferencia
o Juan Carlos Caramés Paz / juancarloscaramespaz@gmail.com
Días atrás, en una empresa, estaba dictando una conferencia a un grupo de trabajadores. Analizábamos la importancia del reconocimiento en las relaciones laborales, y cómo en el hogar era necesario, también, implementarla.

Allí comentaba: Nosotros los venezolanos, somos, de toda América Latina, los seres humanos que más usamos, necesitamos y demandamos de estímulos para hacer con más corazón y contacto, muchas de las cosas que ejecutamos.

Tenemos los mejores 31 de diciembre del mundo, y qué decir del primer día del año. Festejamos cualquier cosa. Generamos humor muy fácil, y también nos deprimimos muy rápido. ¿Cómo nos sentimos si el día de nuestro cumpleaños no nos llaman las personas especiales? Así somos, y eso no tiene nada de malo.

También, hice referencia a una noticia donde se comentaba el uso del teléfono celular y cómo nosotros los venezolanos, tenemos la estadística de compra de celulares más alta de toda la región. El artículo culminaba con un dato bastante curioso con respecto a la cantidad en venta de aparatos del modelo BlackBerry, que en Venezuela, se habían comprado en los últimos meses. La cantidad me llamó mucho la atención: 28.000.000. Entonces me pregunté: ¿Cuántos millones vivimos en este país? Saque usted sus conclusiones.

Por la misma noticia de la venta de tantos celulares, comenté: Un venezolano que el día lunes, a eso de las diez y treinta de la mañana, su celular no le haya sonado, le puede observar su mano, y verá que está como temblorosa, viendo su celular sin sonar y preguntándose si es que está averiado, o todavía nadie lo ha llamado (también se le puede ver su cara de tristeza y preocupación). Es más, si tiene a alguien cerca, le pide, por favor, que lo llame para ver que, realmente, está bueno, y sin querer se pone a conversar con él, a menos de dos metros de distancia. ¡Así somos nosotros!

También, comenté un ejemplo que todos hemos visto en televisión. Me refería a entrevistas de futbolistas famosos (con sueldos multimillonarios) de equipos importantes en el mundo de la competencia internacional, que han cambiado de equipo, con sueldos multimillonarios, porque, simplemente, su entrenador casi no lo tomaba en cuenta, no lo abrazaba como a otros jugadores, no lo tomaba casi en cuenta. Llama la atención que muchos de los casos, ni siquiera era porque tenía problemas personales con dichos entrenadores. Se marchaban del equipo, porque no se sentían correspondidos en cariño con sus respectivos entrenadores o algunos compañeros.

Esta introducción que hago, es para que veamos hasta dónde llega la importancia del reconocimiento y cómo, nosotros los venezolanos, a veces la ignoramos, no nos damos cuenta, y por supuesto no la usamos casi en nuestras empresas o en nuestro hogar.

Hacer que todos nos sintamos bien, nunca puede ser dejado a la casualidad. Demanda una estrategia. Es algo que ocurre o no ocurre. Tintes grises desfavorecen cualquier intento de reconocimiento.

Muchas empresas logran mejorar su efectividad en el reconocimiento a través de la selección de distintivos, que buscan resaltar comportamientos que enriquecen el espíritu emprendedor de la gente o simplemente la armonía laboral.

En esa misma empresa, un trabajador hizo una exposición de cómo los mecanismos de reconocimiento lograban crear no sólo, un aumento en la consideración de todos con todos, sino también mejoraban los compromisos individuales, los cuales se traducían en un importante aporte grupal.

Es allí cuando compartí una iniciativa, que probé con una empresa, que dio muy buenos resultados en materia de reconocimiento y bienestar laboral. Se trataba de una idea que buscaba elevar el rendimiento colectivo, a través del compromiso individual.

Era, simplemente, reconocer a la persona que marcara diferencia. El título que le inventé fue: La persona que más y mejor "Hace la diferencia". La elección era mensual, por votación secreta (con simples papelitos) y con conteo inmediato a la elección. Entonces alguien me interrumpió y preguntó "qué es hacer la diferencia". Y, por supuesto respondí…

"Hacer la diferencia" es. . . Simplemente hacer la diferencia. Al responder así, observé la cara de impactado que puso. Entonces lo expliqué de otra manera.

"Hacer la diferencia" es:

- Ser el primero en evitar que las cosas se compliquen.

- Hacer lo importante todos los días para evitar que se conviertan en urgentes.

- Llegar todos los días con el mejor humor y optimismo, para contagiarlo a todos los compañeros.

- Ser una persona donde sus conflictos se resuelven en el día a día, sin complicar o enredar las relaciones de trabajo.

- Es el primero en colaborar con todos, a veces hasta con dosis de sacrificio personal.

- Su amabilidad se parece a la cara excelente que pone todos los días.

- Hace las cosas, de tal manera que la flojera nunca se refleja en él.

- Nunca se le ve comentar resentimientos con otros compañeros de trabajo, gozando, además, de una alta estima por muchos.

- Siempre está dispuesto para ayudar, cooperar y dar un extra cuando es necesario.

- Cumple, siempre, lo que promete y dando más de lo que normalmente se espera.

- Se involucra en mejorar cualquier detalle, inclusive los que muchos llamamos insignificantes, y, muchos, de los que pocos se atreven.

- A pesar de cualquier adversidad, sabe pasarle por encima, avanzando en la dirección norte de cada meta que se propone.

"Hacer la diferencia" puede ser muchas cosas más, e inclusive más importantes que los comportamientos detallados. En mi caso, esto fue lo que funcionó. Elevaba la moral de todo el departamento, era la excusa diaria de todos con todos, y se convirtió (por algún tiempo) en un mecanismo de motivación.

Tener equipos, por muy buenos que sean, siempre funcionarán al límite de lo extraordinario, si las escalas de reconocimiento están en una clara sintonía. Hacer del reconocimiento una mera casualidad, un saludo a la bandera, o peor, una falsedad, generará equipos frustrados y resultados negativos hasta inexplicables.

Nunca lo olvides, estamos en Venezuela. Gente chévere que se emociona con picos incontrolables. Aprende a sintonizar la motivación de tu gente, con indicadores de reconocimiento que multipliquen su productividad y ambiente laboral, y ¡Después me contarás!

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